Morelia, Michoacán.- En un acto cargado de emotividad y una sentida demanda de justicia, familiares y amigos del líder limonero de Apatzingán, Bernardo Bravo Manríquez, se congregaron en la Catedral de Morelia para asistir a la misa que clausuró el triduo en su memoria, tras su trágico asesinato en las primeras horas del pasado lunes.
Los asistentes arribaron al recinto portando una cruz simbólica, elaborada con flores y hojas de limón, que enmarcaba la fotografía del defensor del campo michoacano. Este elemento, evocador de su origen y la lucha que encabezó en la Tierra Caliente, se convirtió en el epicentro del homenaje.
Bernardo Bravo, presidente de la Asociación de Citricultores del Valle de Apatzingán, fue hallado sin vida dentro de su vehículo en un camino rural de Apatzingán, con una herida de bala en la cabeza, según confirmaron fuentes de la Fiscalía General del Estado (FGE). Su asesinato ha conmocionado al sector agrícola y a la opinión pública, dado que Bravo era una de las voces más firmes y públicas en denunciar las extorsiones y el acoso del crimen organizado contra los productores de limón en la región.
El homicidio ocurre en un contexto de alta vulnerabilidad para los agricultores de la zona, y las autoridades han iniciado una carpeta de investigación. La FGE ha señalado que no se descarta ninguna línea de investigación y se ha confirmado la detención de, al menos, un presunto implicado, identificado como Rigoberto “N”, alias “El Plátano”.
La misa no solo sirvió como despedida espiritual, sino también como un llamado implícito a las autoridades para que el crimen no quede impune y se garantice la seguridad para quienes se dedican al campo, un sector vital para la economía de Michoacán y que ha sido blanco constante de la delincuencia organizada. Los restos de Bernardo Bravo fueron previamente depositados en un panteón privado al sur de la capital michoacana.








